Thomas Becker, un pequeño taller de joyería alemán se abastece de oro de las minas en la provincia de Kivu del Sur, en el este de la República Democrática del Congo. La región con frecuencia se ve asolada por conflictos violentos y en ella se producen importantes violaciones de los derechos laborales y otros derechos humanos y medioambientales, como el trabajo infantil y forzoso o la contaminación del agua y el suelo. Para hacer frente a estos retos, Thomas Becker ha establecido asociaciones a largo plazo con dos cooperativas y colabora con las partes interesadas locales (en adelante, el «Proyecto»).
Durante el Proyecto, el diálogo con las ONG y los/as trabajadores/as de las minas reveló que las mujeres están especialmente expuestas a los riesgos en las explotaciones mineras. Las mujeres no pueden obtener licencias de minería, por lo que solo podrían trabajar en las minas de forma ilegal. Como consecuencia, su empleo es especialmente precario, ganan bastante menos que los trabajadores mineros varones y están expuestas a otros abusos.
Para mejorar la situación de las mineras, los participantes en el Proyecto implementaron varias medidas, entre ellas:
(i) Conceder licencias de minería oficiales a las mujeres mineras y duplicar sus salarios.
(ii) Establecer un espacio seguro para las mujeres mineras para protegerlas de la agresión sexual.
(iii) Proporcionar a las mujeres mineras ropa de trabajo y herramientas adecuadas para crear unas condiciones laborales seguras.
(iv) Crear fuentes alternativas de ingresos a través de la provisión de microcréditos y oportunidades de formación.
Asimismo, Thomas Becker paga bonificaciones a las minas de oro a cambio de mejoras cuantificables en materia de derechos humanos y medio ambiente, como la mejora de las condiciones de trabajo y las normas de seguridad, la reducción del uso de productos químicos y la inversión en infraestructuras locales.
La organización local de derechos humanos Namulisa ASBL se desplaza periódicamente al lugar para comprobar que las bonificaciones se utilizan adecuadamente. El Instituto Federal Alemán de Geociencias y Recursos Naturales (BGR) certifica la mina según criterios que incluyen la exclusión del trabajo infantil o forzoso.
Uno de los retos a la hora de ejecutar el Proyecto fue ganarse la confianza de las cooperativas auríferas, ya que anteriormente habían tenido malas experiencias con empresas extranjeras. La confianza se estableció a través de un diálogo con las partes interesadas locales, facilitado por un abogado congoleño especializado en derechos humanos, para identificar y abordar las cuestiones prioritarias. Los responsables del Proyecto también involucraron a la realeza local y otros dignatarios para dar peso al proceso. Por último, la confianza se estableció a través de un compromiso demostrable con una forma de cooperación e intercambio respetuosa y a largo plazo, en igualdad de condiciones.